Arranca el Robin Hood del gobierno


 El empresario
felicitó al gobierno por realizar este tipo de
venta de bienes
en un lugar tan
emblemático de
la política. FOTO: LESLIE PÉREZ


Jorge Serralde llegó temprano a Los Pinos para buscar autos y luego experimentar con ellos, quiere transformarlos en unidades inteligentes para manejarlos a distancia.

Para este empresario de la colonia Clavería, el objetivo en esta subasta organizada por el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) era conseguir vehículos cómodos, atractivos y a buen precio para equiparlos con tecnología para combatir la inseguridad.

Él compró un Cadillac CTS, modelo 2003, que tenía un precio de salida de 28 mil 400 pesos, pero llegó a los 132 mil 500. También compró un Jaguar coupé, modelo 2007, que se remataba en 122 mil pesos y la puja concluyó en 410 mil. Ambos coches eran de la PGR.

No se dejó “apantallar” por otros autos considerados “estrellas” de la subasta, como el Lamborghini Murciélago, comprado por Roberto López, en un millón 775 mil pesos.

López, dedicado a la compra y venta de carros, se impuso a dos interesados que insistían en tener este deportivo. Inicialmente, se pedía un millón 472 mil pesos y terminó costando 303 mil pesos más, pese a tener los interiores rotos y con partes del tablero faltantes. Lo compró para restaurarlo y luego venderlo para obtener una ganancia.

A Jorge Serralde tampoco le interesó la camioneta Shelby F 150, supuestamente incautada a un líder del Cártel del Pacífico, por la que se pedía un millón 216 mil 800 pesos, pero que se vendió en un millón 900 mil. Fue el vehículo más caro; su comprador —por seguridad— no quiso hacer comentarios.

También hubo silencio del comprador del vehículo más económico de la jornada dominical: se trataba de un vochito, modelo 1990, que costaba inicialmente 10 mil pesos, pero se vendió en 65 mil.

Sin embargo, Carlos Quezada sí celebró la de un Volkswagen clásico, modelo 1951, por lo que pedían 253 mil pesos y al final se remató en 360 mil pesos.

Para Carlos, el precio de su nuevo auto es competitivo, porque es una unidad irrepetible, pues llegó a México tres años antes de que la Volkswagen comenzara a comercializarlos.

“Este carro verdaderamente es de colección. Salió tres años de que se vendieran en México. Es un coche que no tiene precio”, dijo y se veía emocionado.

Este vochito clásico va a estar de exhibición en un negocio de autos al sur de la Ciudad de México, pero antes, Carlos deberá traer a un cerrajero, ya que el SAE no tiene las llaves originales y por lo tanto todavía no puede utilizarlo

En esta subasta martillo donde se remataron 82 lotes —cada uno compuesto por un auto—, las camionetas blindadas que pertenecían a la Presidencia, fueron las menos populares en la carpa de remates.

Fueron 17 de estos vehículos, con niveles de blindaje V y VI, que no consiguieron venderse ni por el precio inicial.

La subasta, que duró poco más de tres horas, había coches de todo tipo: viejos, nuevos y seminuevos; deportivos, clásicos y hasta de carga.

Además de la venta de autos, en Los Pinos hubo un ambiente festivo. Mientras en un extremo de la explanada principal cientos de compradores ofertaban por los carros, del otro lado las familias comían helados y compraban refrigerios en los food trucks instalados cerca de la fuente de la Lealtad.

La tarde terminó con la invitación de Jorge Serralde, quien aseguró que en un mes estará listo su experimento.

Francisco Nieto y Teresa López

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