Arquidiócesis piden reflexionar las elecciones 2018 y la situación de los migrantes.


En la mayoría de los migrantes, manifestó Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, "encontramos un corazón que cree y que espera: las cosas pueden ser mejores y un nuevo horizonte puede abrirse para la familia. Éstos tienen un corazón de paz, de ellos se ha nutrido la historia de nuestra sociedad". Foto CEM

César Arellano García


Ciudad de México. En sus mensajes de año nuevo las arquidiócesis de Acapulco y Monterrey se refirieron a las próximas elecciones presidenciales y a reflexionar en los migrantes y refugiados como hombres y mujeres que buscan la paz.

Leopoldo González, Arzobispo de Acapulco, dijo este 2018 los mexicanos vivirán una intensa jornada electoral y que la situación es muy compleja. “Por ello, nuestra Patria ahora necesita más de la colaboración de cada ciudadano para discernir cuál de las opciones puede generar un poco más de bien, cuál de todas esas opciones “puede aportar más al bien común, a la paz, a la seguridad, a la certidumbre, a la justicia, al respeto de los derechos humanos y a la solidaridad real con los pobres y excluidos” (Card. Francisco Robles).”

Expuso que los mexicanos hagan de esta larga e intensa jornada un tiempo de esperanza, que construya y fortalezca la unidad social. “¿Cómo puede fortalecerse esta unidad si cada partido y candidato buscan convencer y allegarse a las más personas posibles?”

Señaló que sólo puede darse esa unidad si todos: partidos, candidatos, militantes y ciudadanos “buscamos de verdad el bien común. Entonces se podrán presentar las diferentes opciones y no mirar a quienes opinan diferente como enemigos a quienes eliminar, sino como ciudadanos que, al igual que nosotros, desde su punto de vista buscan lo mismo que nosotros hemos de buscar: el bien común de nuestra Patria.”

Por separado, Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey, indicó que en estos últimos años, México ha sido testigo de que la sociedad se ha convertido en destino para muchas migrantes, solos o en familia, que vienen de fuera y dentro del país deseando encontrar mejores oportunidades de desarrollo.

Explicó que el Papa Francisco dice que los migrantes son hombres y mujeres que buscan la paz, afirmación que contrasta con alguna idea que confunde al migrante con el delincuente.

“Sólo una mirada contemplativa y una escucha afectiva pueden reconocer en las personas que lo arriesgan todo, incluso su dignidad y su vida, por encontrar un oasis de paz en medio de desiertos violencia, personas con un corazón recio, valiente y trabajador, con una riqueza interior capaz de hacer crecer a un pueblo, construyendo mejores posibilidades para sus familias.”

En la mayoría de los migrantes, manifestó, “encontramos un corazón que cree y que espera: las cosas pueden ser mejores y un nuevo horizonte puede abrirse para la familia. Éstos tienen un corazón de paz, de ellos se ha nutrido la historia de nuestra sociedad.

Hizo un llamado a dar un paso como civilización: fiel a su vocación de sociedad de puertas abiertas, mantener el orden de justicia propicio para sus ciudadanos, de manera que, trabajando todos por el bien común, “construyamos una sociedad de paz, con la gracia del Espíritu Santo. Todos estamos llamados a colaborar en esta construcción: sociedad, gobernanza y religiones”.
La Jornada

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